Amanecí con ganas de extender tu
vendaval al sol;
Con ganas de entrelazar mis manos en
tus sueños nocturnos;
Hacerte cariño, como a un cachorro
abandonado y fingido;
Anotar en tus quejidos, la estampa
de mi femenina figura esculpida;
Traspasar por segundos las murallas
y tus estruendos de mal amor;
Hipnotizando tú sentir, hasta verte
caer en mis lágrimas de satisfacción;
Creando la atmósfera en que viajará
tu reticencia, con un boleto sin regreso.
Amanecí con ganas de ver tus ojitos
de niño lindo;
Con ganas de lograr que escuches a
tu corazón decir mi nombre;
De ver el amanecer nuevamente, a
través de tu alma escondida y sincera;
De patear cajas de cartón con las calles
de testigos, en busca de un abrigo;
De perdernos en nuestros deseos, con
la química explosiva que se manifiesta;
De ser como siempre, cada uno como
es, de dar lata y reírnos en demasía también;
Que logremos aceptar lo que hemos
descubierto entre nosotros, escondidos y esquivos.
Amanecí con ganas de escuchar
canciones de amor;
Con ganas de dejar las rendijas
abiertas, para que se cuele tu piel;
A través del asombro que provocas en
mis temores más profundos;
Las cartas de tus razones me
explicaron tu situación, huraño corazón;
Si me enamoro será mi problema, yo
sabré lo que hago con este descalabro;
Estoy dispuesta al limbo de nuestras
existencias, trataré de no cruzar la propuesta;
Más sin tu sonrisa no quiero
mantenerme, sólo de recuerdos, no me sostengo.
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